
Aquí me acordé de mi pequeño pueblo sueco de Falun, de mi bicicleta gris por las montañas de nieve, y de los caminos blancos que llevaban a la universidad. También rememoré la bella ciudad de Cracovia, y me di cuenta de que aún estaba enamorado de ella. Brindé por Cork y por mis amigos irlandeses, y por esa tranquila localidad canadiense de Lennoxville, que abriga tantos recuerdos. Y pensé en Denver, mi futuro hogar. Porque todos esos lugares significan algo para mí, forman parte ya de mi vida.
Era la primera vez que veía una gran ciudad desconocida y me di cuenta de que cuando no se conoce una ciudad, por bella que sea, carece de sentido. Para conocer verdaderamente un lugar, hace falta haber vivido en él, tener amigos, amar o sufrir. Entonces la ciudad es nuestra, sabemos sus rincones, pierde la calidad de tarjeta postal para convertirse en algo vivo que puede gustarnos o que podemos aborrecer.
Carmen Kurtz, Duermen bajo las aguas, 1961
Comentarios
¿Te vas por mucho tiempo?
No conozco a Kurz, la primera vez que que oigo hablar de esta señora. El párrafo que nos citas es dulce, azúcar, pastelín, melocotón muy madurito.... mmmmmmmmmmmmmmm.
A ver si vamos a volver por sendas ya holladas........... y no quiero acordarme de nada más.
Un saludo!!!!