¿Cuál es mi identidad? ¿Qué me humaniza, me hace único, me define? El pensador Amin Maalouf, que nació en Líbano y vivió en muchos países, compara la identidad con una pantera que debe ser domesticada para que no mate.
Este ensayo forma parte de la lucha por la auténtica libertad, la igualdad y la justicia social, desde la reflexión sobre el concepto clave de identidad. Porque reducir la identidad de una persona a la pertenencia a una sola cosa suele llevar a una actitud parcial, sectaria, dominadora y, a veces, suicida; sin darse cuenta de dónde acaba la legítima afirmación de identidad y dónde se empiezan a invadir los derechos de los demás.
El escritor espera que su nieto, en un futuro, recupere el libro de una estantería familiar y lo hojee, encogiéndose de hombros, extrañado de que en la época de su abuelo aún fuera necesario decir cosas como éstas.
A los fanáticos de su único idioma: "si aquel cuya lengua estoy estudiando no respeta la mía, hablar su lengua deja de ser un gesto de apertura y se convierte en un acto de vasallaje y sumisión" (p. 58)
A los fanáticos religiosos: "todas las sociedades humanas han sabido encontrar, en el transcurso de los siglos, las citas sagradas que aparentemente justificaban sus prácticas del momento" (p. 63) y "suele concederse demasiado valor a la influencia de las religiones sobre los pueblos y su historia, y demasiado poco a la influencia de los pueblos y su historia sobre las religiones" (p. 83).
A los fanáticos políticos: "El siglo XX nos habrá enseñado que ninguna doctrina es por sí misma necesariamente liberadora: todas pueden caer en desviaciones, todas pueden pervertirse, todas tienen las manos manchadas de sangre: el comunismo, el liberalismo, el nacionalismo, todas la grandes religiones, y hasta el laicismo. Nadie tiene el monopolio del fanatismo, y, a la inversa, nadie tiene tampoco el monopolio de lo humano." (p. 66)
Amin Maalouf, Identidades asesinas, 1998
Este ensayo forma parte de la lucha por la auténtica libertad, la igualdad y la justicia social, desde la reflexión sobre el concepto clave de identidad. Porque reducir la identidad de una persona a la pertenencia a una sola cosa suele llevar a una actitud parcial, sectaria, dominadora y, a veces, suicida; sin darse cuenta de dónde acaba la legítima afirmación de identidad y dónde se empiezan a invadir los derechos de los demás.
El escritor espera que su nieto, en un futuro, recupere el libro de una estantería familiar y lo hojee, encogiéndose de hombros, extrañado de que en la época de su abuelo aún fuera necesario decir cosas como éstas.
A los fanáticos de su único idioma: "si aquel cuya lengua estoy estudiando no respeta la mía, hablar su lengua deja de ser un gesto de apertura y se convierte en un acto de vasallaje y sumisión" (p. 58)
A los fanáticos religiosos: "todas las sociedades humanas han sabido encontrar, en el transcurso de los siglos, las citas sagradas que aparentemente justificaban sus prácticas del momento" (p. 63) y "suele concederse demasiado valor a la influencia de las religiones sobre los pueblos y su historia, y demasiado poco a la influencia de los pueblos y su historia sobre las religiones" (p. 83).
A los fanáticos políticos: "El siglo XX nos habrá enseñado que ninguna doctrina es por sí misma necesariamente liberadora: todas pueden caer en desviaciones, todas pueden pervertirse, todas tienen las manos manchadas de sangre: el comunismo, el liberalismo, el nacionalismo, todas la grandes religiones, y hasta el laicismo. Nadie tiene el monopolio del fanatismo, y, a la inversa, nadie tiene tampoco el monopolio de lo humano." (p. 66)
Amin Maalouf, Identidades asesinas, 1998
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