Muerte accidental de un anarquista

 
En la sociedad del espectáculo y de la telebasura, el escándalo sirve como el antídoto perfecto para evitar la concienciación de los ciudadanos.  

Desde pequeños nos inyectan imágenes horribles en la retina desde la televisión, el ordenador o la tablet. Nos acostumbran a ver tragedias humanas como si fuera lo natural. 

Ante el escándalo del "suicidio" de un anarquista en la ventana de una comisaría de Milán, en los años sesenta, el comprometido dramaturgo italiano Dario Fo escribe una obra de teatro como denuncia social, para concienciar al público y curar sus mentes anestesiadas.



No, el escándalo es un antídoto contra el peor de los venenos, la concienciación de la gente. Y de hecho, ¿acaso el gobierno americano impuso alguna censura para que la gente no se enterase del asesinato de los líderes de los movimientos de negros, o de la masacre de civiles indefensos en Vietnam? En absoluto. Por el contrario, la televisión y la prensa clamaron semanas enteras contra la indigna matanza, el horror, la vileza...

Dario Fo, Muerte accidental de un anarquista, 1970