"Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho", dice Saint-Exupéry en su Ciudadela (sección LXXV).
"Los barcos están más seguros en el puerto, pero no se han construido para eso", escribe W. Shedd.
Estas dos ideas, inspiradas en el mar, me parecen genial para entender que una educación a la altura del corazón no puede darse si no es para introducir a la persona a la inmensidad de la realidad total del océano del mundo, al deseo de infinito.
En este ligero ensayo, el maestro jubilado Gregorio Luri reflexiona desde la mirada de la experiencia educativa la importancia de renovar la ilusión y el esfuerzo de los jóvenes maestros, porque en ellos está la esperanza de transformar la escuela en un mundo líquido, competitivo y materialista.
La autoridad es la capacidad del maestro para hacer presente el conocimiento relevante y facilitar la asimilación por parte del alumno.
No hay pedagogo, maestro o padre más nocivo que aquel que pretende hacer felices a los niños.
La responsabilidad de la educación no puede recaer exclusivamente en la escuela, sino sobre el conjunto de la sociedad, porque es la sociedad entera la que educa. [...] Toda sociedad educa desde el momento en que proporciona modelos de conducta.
Gregorio Luri, La escuela contra el mundo, 2008
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