Un buen maestro enseña a mirar, a pensar, y, luego, a hablar y escribir. Lo primero es educar al ojo para una contemplativa atención, para una mirada pausada. Hace falta pues, revitalizar la vida con una nueva forma de ver las cosas, más filosófica, menos apresurada.
Nietzsche critica la moral contranatural. Proclama el advenimiento de un nuevo tipo de ser humano, el "superhombre", que es capaz de crear sus propios valores y trascender las limitaciones impuestas por la moral convencional y las creencias religiosas.
De acuerdo con Thibon, si reemplazamos la palabra "superhombre" o "sobrehumano" por "Dios", tenemos unas percepciones místicas del término.
La moral natural o sana sigue los instintos y no la razón. En cambio, la moral contranatural o enferma se dirige contra los instintos de la vida. Dios aparece como el enemigo de la vida. El que renuncia al instinto es un enfermo, según el pensador.
La filosofía que no respeta la capacidad de conocimiento de los sentidos es tan abstracta que no tiene cuerpo. Según Nietzsche, todo depende de la mirada subjetiva, de la relatividad misma del sujeto. Acaso sólo existen las distintas interpretaciones que hacemos sobre aquello que ha sucedido.
Hemos quitado de en medio el mundo verdadero; ¿qué mundo ha quedado? ¿Quizás el aparente?... ¡Pero no! ¡Con el mundo verdadero hemos eliminado también el aparente!
Friedrich Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos, 1889
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