De acuerdo con René Girard, el hombre es mimético, es decir, imita no sólo los comportamientos sino también los deseos del otro. Todo objeto de deseo nos es señalado como deseable por un modelo que lo desea. La imitación es el núcleo de la construcción de la identidad porque todos copiamos incluso los deseos de otros, como apunta Ferran Toutain.
Afirma Girard que la cohesión de una comunidad a menudo se logra gracias a un principio sacrificial, a costa de una víctima arbitraria, un chivo expiatorio. "Esta dimensión de violencia es negada por quienes la realizan, y gracias a este desconocimiento, el proceso de cohesión de la comunidad resulta eficaz".
El sacrificio es propio del ser humano: está en todas las culturas."Los hombres siempre han inmolado víctimas a sus divinidades" (p. 26).
El pensamiento griego queda a oscuras ante el problema del sacrificio ritual. Los vedas de Oriente, en la "sacrilización de la violencia reconciliadora", se acercan a su desvelamiento. Pero sólo el cristianismo lo pone en evidencia y lo desmitifica.
¿Por qué el cristianismo desmitifica el sacrificio? Cristo, como chivo expiatorio ("cordero de Dios", en lenguaje bíblico), hace el sacrificio definitivo al mostrar que el hombre ya no es esclavo del deseo. Lo que hace es un escándalo. Se siente abandonado por sus amigos y por su Padre. Sufre la tortura de la muerte en cruz y perdona a sus verdugos. No hace, por tanto, un sacrificio instrumental, sino muestra una culminación de una vida de servicio y amor a todas las personas, incluso aquellas que no le conocen o desprecian:
Jesús acepta morir para revelar la mentira de los sacrificios sangrantes y hacerlos imposibles a partir de ese momento. Es necesario interpretar la noción cristiana de redención a partir de esa inversión. (p. 22)
Sin embargo, algunos consideran que lo bíblico es una creencia mitológica más, que se puede interpretar de infinitas maneras. Hay que reconocer que la Biblia tiene claros elementos mitológicos (sobre todo en el Antiguo Testamento), pero recudirla a una mitología o una creencia es no entender el valor del sacrificio total de Cristo, como bien explica René Girard en este librito.
El mito siempre reaparece en la cultura porque no deja de ser cierta metafísica poetizada o historia simbólica. Y el cristianismo, lejos de ser un conjunto de ideas o una creencia, es un acontecimiento.
La cultura humana es fundamentalmente religiosa [...]. El etnocentrismo más temible no es el que minimiza las famosas diferencias interculturales, sino aquel que las exagera para desconocer mejor el papel universal de lo religioso, no sólo en la supervivencia de la humanidad sino en la organización social que ha emergido lentamente de los ritos sacrificiales... (p. 53)
Tener un chivo expiatorio es ignorarlo. Desde que el chivo expiatorio se revela y es llamado como tal, pierde toda su eficacia. (p. 83)
...lo bíblico rompe por primera vez con la mentira cultural por excelencia, hasta entonces oculta, de los fenómenos de chivo expiatorio sobre los cuales se ha fundado la cultura humana. (p. 85)
El colosal error de Nietzsche fue no haber visto lo que implica para la relación entre lo mítico y lo bíblico la naturaleza inconsciente del fenómeno llamado de chivo expiatorio. Son las religiones sacrificiales las que encarnan la esclavitud en todas sus formas, mientras que lo bíblico y lo cristiano conquistan una verdad y una virtud de la cual los hombres pueden hacer un pésimo uso, eso es cierto, pero que los libra para siempre de la influencia mitológica. (p. 90)
René Girard, El sacrificio, 2012
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