Poet's Abbey (Blog de lecturas)


La costa más lejana

 


La tercera novela de Terramar, de Ursula K. Le Guines La costa más lejana. Narra la historia del joven y valiente príncipe Arren (Lebannen) de Enland, que llega a Roke, la isla de los sabios, para pedir ayuda al Archimago Ged, "el que había rescatado de las Tumbas de Atuan el anillo de Erreth-Akbé", el decano de los nueve Maestros de Roke (como el de las Formas que nunca sale del bosque, o el de los Nombres que está en la torre, o el de Invocaciones, que tiene palabras sabias).

La magia está perdiendo su poder, los cantos están siendo olvidados y los seres vivos están enfermando -incluso los dragones han perdido la voz, la lengua arcana: "Les han quitado el don de la palabra. Ellos, que hablaron antes que los hombres, ellos, más antiguos que cualquier otra criatura, los Hijos de Segoy... reducidos al mudo terror de las bestias".

El tema de que los dragones hablen, para mí, es fundamental. Celebro que los magníficos dragones de Tolkien y Le Guin sean así. En cambio, Martin se burla de ellos y dice, en su famosa Canción de Fuego y Hielo, que son estúpidos los que creen que los dragones hablan. Yo estoy con los primeros, sin lugar a dudas, pues el lenguaje no es sólo una herramienta de comunicación, sino también una forma de entender el mundo. Por eso, los discursos de los dragones son en lengua arcana y llenos de sabiduría, de modo que sólo unos pocos pueden comprenderlos, pues en verdad son "criaturas pensantes, capaces de hablar y de una antigua sabiduría".

En esta novela, Ged y Arren navegan por las islas del Archipiélago para encontrar al nigromante Araña, su gran enemigo desde que llamó al espíritu de los muertos tiempo atrás. Se quedan aterrorizados al comprobar que todos los dragones, excepto Orm Embar, han perdido el habla. Llegan hasta Selidor, una isla desierta en los confines del mundo donde murió el gran mago Erreth-Akbé luchando contra el dragón Orm.

Traspasar el umbral del infierno no es fortuito para los personajes de esta aventura. Se abre la puerta de dos mundos con terribles consecuencias. ¿El Archimado Ged (Gavilán) sacrificará su magia para recuperar el equilibrio del mundo, que se perturba por la codicia de los hombres?


... ningún hombre, ningún poder, puede impedir la acción de la magia, ni silenciar las palabras del poder. Porque son las palabras que hicieron el mundo, y quien fuera capaz de silenciarlas podría deshacer el mundo.


Hablaba ahora en la Antigua Lengua, en la Lengua de la Creación, aquella en que se pronuncian todos los encantamientos y de la que dependen todos los grandes actos de magia; raras veces, sin embargo, se emplea en la conversación, excepto entre dragones.


Negar el pasado es negar el futuro. El hombre no construye su destino: lo acepta o lo niega. Si las raíces del serbal no son profundas, el árbol no tendrá corona.


-Somos fuertes.

-Siempre y cuando conozcamos los nombres de las cosas.




Ursula K. Le GuinLa costa más lejana, 1984

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