La novela Se acabó el recreo es una sátira astuta y desternillante sobre la vida académica en una universidad italiana actual. Trata sobre Marcello, un treintañero apático, con alma de eterno adolescente, que, reacio a trabajar en el bar familiar, consigue inesperadamente una beca para hacer la tesis doctoral en literatura italiana. Así, en una universidad plagada de burócratas, hipócritas y pedantes, Marcello se enfrenta a las tensiones del mundo académico y empieza a buscar una identidad adulta y profesional.
Su director de tesis, el influyente doctor Sacrosanti (el nombre tiene tela), es autoritario y representa el poder dentro de la academia. Le encarga estudiar a Tito Sella, un enigmático escritor (ya muerto) de idas anarquistas o comunistas (aunque, en realidad, tiene naturaleza de distribuista chestertoniano):
Encajaba como un guante en la vida campestre. Le gustaban los ritmos lentos, el vacío, la espera, el cansancio y esa sensación, que sintió por primera vez en su vida, de poder producir algo: no eran más que zanahorias, cebollas y tomates, y, sin embargo, esas zanahorias, esas cebollas y esos tomates no existían antes y no habrían existido sin su trabajo y sus cuidados.
Letizia es su novia, hermosa, inteligente y madura, un personaje que representa una forma de afecto estable frente al caos emocional de Marcello. Ella tiene unos valores tradicionales que la novela parece reivindicar.
También hay que destacar a dos profesores que discuerdan de este ambiente hipócrita y burócrata de la universidad. Por un lado, está el viejo profesor católico Martesana, que sobrevive con dignidad dentro de una universidad caricaturizada como absurda. Simboliza sabiduría y mesura frente al cinismo académico. En segundo lugar, Barraba es un antiguo profesor marginado del mundo académico, convertido en una figura excéntrica y casi mítica. Vive apartado, como un sabio disidente, y encarna una forma radical y libre de pensamiento. Su nombre, que remite a Barrabás, subraya su condición de excluido frente al orden establecido. Para Marcello, ambos representan una alternativa subversiva al poder universitario convencional.
La novela critica duramente la "izquierda caviar" elitista y moralizante de los que imponen su pensamiento, la insoportable pedantería universitaria de profesores muy leídos pero no sabios, y de la burocracia infernal de un sistema cruel de publicaciones en revistas indexadas de alto impacto que se basa en el lema: "publica o perece". Y propone una defensa acérrima de los valores tradicionales, es decir, de la figura de autoridad del padre, del amor de la novia clásica y de la búsqueda por la verdad.
En definitiva, es una novela de crecimiento, protagonizada por un joven adulto en crisis identitaria. Hay que destacar las referencias culturales y filosóficas (notablemente René Girard) para explorar el deseo, el sacrificio y la verdad. Me parece un retrato lúcido, esperanzador y profundo de una generación perdida pero aún rescatable.
[La tesis] Conquiste un feudo que sea inexpugnable, y quien quiera atravesarlo tendrá que pagar un impuesto: leerlo y, sobre todo, citarlo.
No citar es un arte mucho más sutil y delicado que citar, pero no menos importante. […] El artículo académico es un insignificante apéndice de sus notas:solo los simplones creen lo contrario.
Yo creo que es una perversión, esa de escribir sólo para literatos estudiosos. A Homero lo entendía todo el mundo… Dante incluso parecía desaliñado, porque usaba la lengua vernácula… Hasta los analfabetos iban a ver las obras de Shakespeare… Cervantes escribió un bestseller… Crimen y castigo se publicó por capítulos como una novela por entregas. Luego, en cierto momento, alguien decidió que la literatura tenía que ser cosa de intelectuales. Y entonces se convirtió en algo burgués y masturbatorio.
[El divorcio] Sus mocosos acabarán encontrándose con un número exponencialmente creciente de padres y madres, a medida que los naturales vayan dejándose unos a otros y emparejándose otra vez para volver a dejarse y emparejarse de nuevo y así hasta el infinito, materializando por fin la utopía platónica de una comunidad en la que cada niño es hijo de todos.
[«A veces uno se cree incompleto y es solamente joven», frase de Italo Calvino que el protagonista tenía colgada en su dormitorio] A veces uno se cree joven, en cambio, solamente está incompleto.
Darío Ferrari, Se acabó el recreo, 2025
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