No pierdo oportunidad de conversar sobre Literatura, incluso en el dentista. Siempre que voy ahí, me paso un buen rato con él comentando novelas, autores e incluso alguna poesía. Disfrutamos mucho en ese baile de páginas que uno lee y recomienda, y en esas otras páginas, enigmáticas, que el buen amigo invita a leer. Nuestra relación doctor-paciente se acerca a la amistad cuando discutimos sobre los clásicos y los modernos.
Rafael es el mejor dentista de Tarragona, sin duda, y es además un humanista apasionado por el placer de la lectura. Le fascinan "los libros incómodos, que hacen pensar". Y allí coincidimos. Me gusta escucharle mientras subraya títulos de obras que tiene apuntadas en bolígrafo azul en unas hojas sueltas.
Por eso, a pesar del mal trago que supone abrir la boca y abandonarse en manos expertas en encontrar caries y problemas, no me importa ir al dentista. Cada vez que voy salgo con los dientes más sanos y con una buena lista de libros en la mano.
Aquí su última recomendación, Una lectora nada común, de Alan Bennet, y un fragmento a este canto a la lectura:
-Desde luego -dijo la reina-, pero aleccionar no es leer. De hecho es la antítesis de la lectura. Aleccionar es sucinto, concreto y pertinente. Leer es desordenado, disperso y siempre incitante. El aleccionamiento cierra un tema, la lectura lo abre.
Alan Bennet, Una lectora nada común, 2008
Rafael es el mejor dentista de Tarragona, sin duda, y es además un humanista apasionado por el placer de la lectura. Le fascinan "los libros incómodos, que hacen pensar". Y allí coincidimos. Me gusta escucharle mientras subraya títulos de obras que tiene apuntadas en bolígrafo azul en unas hojas sueltas.
Por eso, a pesar del mal trago que supone abrir la boca y abandonarse en manos expertas en encontrar caries y problemas, no me importa ir al dentista. Cada vez que voy salgo con los dientes más sanos y con una buena lista de libros en la mano.
Aquí su última recomendación, Una lectora nada común, de Alan Bennet, y un fragmento a este canto a la lectura:
-Desde luego -dijo la reina-, pero aleccionar no es leer. De hecho es la antítesis de la lectura. Aleccionar es sucinto, concreto y pertinente. Leer es desordenado, disperso y siempre incitante. El aleccionamiento cierra un tema, la lectura lo abre.
Alan Bennet, Una lectora nada común, 2008
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