De noche, Praga brilla en la oscuridad del frío invierno. La nieve cae lentamente mientras me despido del buen Enrique. Hemos cenado juntos en un banco de la plaza del castillo. Y ahora nos decimos adiós.
Lleva un abrigo raído, gorro de lana y bufanda negra. Su cara me recuerda muchísimo a Robin Williams. Tiene las mismas arrugas en los ojos que el actor fallecido. Me ha explicado, en un castellano sorpendentemente fluído, su increíble historia de vagabundo bohemio. Podría ser Kakfa. Pero se llama Enrique y nadie le conoce, como a Franz en vida.
Con sus ojos claros, tan checos, y una sonrisa sincera y limpia, agradecida, me bendice. Le veo alejarse caminando, lentamente, bajo la nieve.
Luego entro en la catedral de san Vito, dónde miles de jóvenes de diferentes partes del mundo, de distintas culturas y religiones, reunidos entorno a la simplicidad de una cruz de madera, cantan el poema de San Juan de la Cruz, y entiendo, en la belleza de aquel encuentro, que, para encontrar la fuente, realmente sólo la sed nos alumbra.
Que bien sé yo la fonte que mana
y corre,
aunque es de noche.
Aquella eterna fonte está escondida,
que bien sé yo do tiene su manida,
aunque es de noche.
Aquesta eterna fonte está escondida,
en este vivopan por darnos vida,
aunque es de noche.
Aquí se está llamando a las criaturas,
y de esta agua se hartan,
aunque a oscuras,
porque es de noche.
Aquesta viva fuente que deseo,
en este pan de vida yo la veo,
aunque es de noche.
Juan de la Cruz, Dichos de luz y amor, siglo XVI
Lleva un abrigo raído, gorro de lana y bufanda negra. Su cara me recuerda muchísimo a Robin Williams. Tiene las mismas arrugas en los ojos que el actor fallecido. Me ha explicado, en un castellano sorpendentemente fluído, su increíble historia de vagabundo bohemio. Podría ser Kakfa. Pero se llama Enrique y nadie le conoce, como a Franz en vida.
Con sus ojos claros, tan checos, y una sonrisa sincera y limpia, agradecida, me bendice. Le veo alejarse caminando, lentamente, bajo la nieve.
Luego entro en la catedral de san Vito, dónde miles de jóvenes de diferentes partes del mundo, de distintas culturas y religiones, reunidos entorno a la simplicidad de una cruz de madera, cantan el poema de San Juan de la Cruz, y entiendo, en la belleza de aquel encuentro, que, para encontrar la fuente, realmente sólo la sed nos alumbra.
Que bien sé yo la fonte que mana
y corre,
aunque es de noche.
Aquella eterna fonte está escondida,
que bien sé yo do tiene su manida,
aunque es de noche.
Aquesta eterna fonte está escondida,
en este vivopan por darnos vida,
aunque es de noche.
Aquí se está llamando a las criaturas,
y de esta agua se hartan,
aunque a oscuras,
porque es de noche.
Aquesta viva fuente que deseo,
en este pan de vida yo la veo,
aunque es de noche.
Juan de la Cruz, Dichos de luz y amor, siglo XVI
Comentarios