
Sartre, que rechazó en 1964 el Premio Nobel de Literatura porque él no se veía como un escritor, y creía que los lazos entre la cultura y el ser humano debían desarrollarse fuera de la pompa de las grandes instituciones. Se consideraba ante todo como un filósofo, un hombre que anhela vivir, ser auténtico y libre, pero el sinsentido de la propia existencia, en un mundo absurdo, le produce una náusea.
Es esto lo que engaña a la gente: el hombre es siempre un narrador de historias; vive rodeado de sus historias y de las ajenas, ve a través de ellas todo lo que le sucede, y trata de vivir su vida como si la contara. (p. 70)
Jean Paul Sartre, La náusea, 1938
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