
Esta colección de cuentos representa lo mejor del talento de Flannery O’Connor para lo macabro, lo espiritual y lo humano.
El relato que da nombre al libro es también uno de los más emblemáticos de la autora, en el que la violencia y la revelación espiritual colisionan de forma impactante. Narra la historia de una familia de clase media que viaja en coche por el sur de los Estados Unidos de América, en los años cincuenta del siglo pasado, y que encuentra en la carretera al “Desviado” (The Misfit) y a sus dos secuaces, que parecen personajes de Fargo.
La abuela se presenta como el pilar moral del grupo. Sin embargo, sus prejuicios, manipulaciones y superficialidad la convierten en un personaje ambiguo.
La historia da un giro oscuro cuando la familia se encuentra con un criminal fugitivo conocido como el Desviado, y el enfrentamiento final entre él y la abuela se convierte en una especie de confrontación entre el pecado, la gracia y la redención.
Los temas principales son la hipocresía social (en los personajes que se autoproclaman morales, pero actúan de forma egoísta o insensible); el poder de la violencia extrema (que sacude a los personajes hacia la posibilidad de una transformación personal y espiritual); y el papel de lo grotesco (para explorar la fe y el destino como parte de la condición humana).
El estilo de O’Connor es directo pero cargado de simbolismo. Su sentido del humor es negro, a veces incómodo, y su mirada sobre el alma humana es tan crítica como compasiva.
A través de este cuento (y los demás de la colección), ella logra transmitir una visión profundamente religiosa, pero nunca sentimental ni moralista.
La autora sureña sabe llenar sus relatos de simbolismo religioso y silencios elocuentes que hay que leer más allá de las líneas, como, por ejemplo, la increíble conversación que mantienen la abuela con el Desequilibrado.
The grandmother recalled the times when there were no paved roads and thirty miles was a day's journey. The dirt road was hilly and there were sudden washes in it and sharp curves on dangerous embankments. All at once they would be on a hill, looking down over the blue tops of trees for miles around, then the next minute, they would be in a red depression with the dust-coated trees looking down on them.
Flannery O'Connor, A good man is hard to find, 1955
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