La crisis de relación con la realidad lleva a un pueblo ignorante y manipulable. El problema empieza en los primeros años de la vida de los niños, porque no se les educa para la vida, para entrar en la realidad.
"Lo irreal crece, y con él, la ignorancia", decía Nietzsche. Extrayendo las consecuencias extremas de la posición nihilista, el filósofo alemán dice en El crepúsculo de los dioses: "Hemos quitado de en medio el mundo verdadero; ¿qué mundo ha quedado? ¿quizás el aparente?... ¡Pero no! Con el mundo verdadero hemos eliminado también el aparante!".
El nihilismo de condición existencial, en la crítica sistemática de la teoría del significado en sentido objetivo, en la deconstrucción de la tradición, en la negación de la verdad y del bien, acaba alimentándose de lo que niega.
La intrusión de la mentalidad mercantilista, materialista y consumista a la escuela hace tambalear los cimientos mismos del sistema educativo. No hay relación con la realidad y esto supone un desprecio por el saber.
El profesor de filosofía de Montpellier, Michéa, advierte que la falta de cultura es clamorosa en todas las clases sociales. Y la ignorancia hace difícil una educación que sea, verdaderamente, apertura a la realidad.
Todo aquel que conozca a la juventud escolarizada sabe a ciencia cierta que su insatisfacción y cólera ante las condiciones actuales son eminentemente auténticas. Pero la cuestión estriba en saber desde qué punto de vista esta juventud llega a contestar dichas condiciones. ¿Se trata realmente, como supone la interpretación dominante, de jóvenes militantes cívicos que se rebelan contra la falta de espacio y consideración que el sistema capitalista reserva a la cultura y a los seres humanos? ¿O, por el contrario, son ya, en número creciente de casos, simples consumidores, difíciles y quisquillosos (en una palabra, "ciudadanos"), que ante todo quieren obtener el mejor precio para las mercancías que el sistema les propone, exclusivamente preocupados por la calidad de la presentación? (p. 57)
Jean-Claude Michéa, La escuela de la ignorancia, 1999
"Lo irreal crece, y con él, la ignorancia", decía Nietzsche. Extrayendo las consecuencias extremas de la posición nihilista, el filósofo alemán dice en El crepúsculo de los dioses: "Hemos quitado de en medio el mundo verdadero; ¿qué mundo ha quedado? ¿quizás el aparente?... ¡Pero no! Con el mundo verdadero hemos eliminado también el aparante!".
El nihilismo de condición existencial, en la crítica sistemática de la teoría del significado en sentido objetivo, en la deconstrucción de la tradición, en la negación de la verdad y del bien, acaba alimentándose de lo que niega.
La intrusión de la mentalidad mercantilista, materialista y consumista a la escuela hace tambalear los cimientos mismos del sistema educativo. No hay relación con la realidad y esto supone un desprecio por el saber.
El profesor de filosofía de Montpellier, Michéa, advierte que la falta de cultura es clamorosa en todas las clases sociales. Y la ignorancia hace difícil una educación que sea, verdaderamente, apertura a la realidad.
Todo aquel que conozca a la juventud escolarizada sabe a ciencia cierta que su insatisfacción y cólera ante las condiciones actuales son eminentemente auténticas. Pero la cuestión estriba en saber desde qué punto de vista esta juventud llega a contestar dichas condiciones. ¿Se trata realmente, como supone la interpretación dominante, de jóvenes militantes cívicos que se rebelan contra la falta de espacio y consideración que el sistema capitalista reserva a la cultura y a los seres humanos? ¿O, por el contrario, son ya, en número creciente de casos, simples consumidores, difíciles y quisquillosos (en una palabra, "ciudadanos"), que ante todo quieren obtener el mejor precio para las mercancías que el sistema les propone, exclusivamente preocupados por la calidad de la presentación? (p. 57)
Jean-Claude Michéa, La escuela de la ignorancia, 1999
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