Poet's Abbey (Blog de lecturas)


¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?


Recuerdo cuando leímos por primera vez esta novela de ciencia ficción de Philip K. Dick, y luego vimos la película Blade Runner en clase. Al acabar, mi amigo Frank se sinceró con el catedrático de estética del arte: "Yo con esta película tan oscura y tan sobrevalorada me duermo". Y el catedrático le contestó, con una sonrisa: "Si te duermes en la oscuridad no podrás hacer muchas cosas íntimas en la cama". 

Ahora he vuelto con el libro (la película me da más pereza) que nos recomendó, hace tantos años, nuestro profesor Rafael Argullol. Releer una gran novela es una oportunidad para interrogarnos, para salir de nosotros mismos y dejarnos ser interpelados. Es volver a vivirla.

Philip K. Dick plantea un mundo distópico en el que la Humanidad ha emigrado a Marte, y los que quedan en la Tierra tienen que sobrevivir bajo una nube de polvo horrible. El hecho de que, por ejemplo, no puedan ver las estrellas desde hace años horrorizaría al mismo Dante. Las estrellas son la clave de su Comedia. Es un mundo dantesco. 

Rick es un caza-recompensas que mata a androides para ganarse el pan. El problema es que resulta muy difícil distinguir un androide de un ser humano a primera vista, casi tanto como distinguir un animal eléctrico de uno vivo. En esta sociedad decadente y futurista, los pocos animales que quedan son más apreciados que nada. El sueño de Rick es tener dinero para comprar un animal vivo como una cabra, porque tiene sólo una oveja eléctrica, y eso no le basta. Para eso mata a androides, pero al hacerlo se destruye a sí mismo en un mundo en el que no se sabe qué es la realidad, qué es verdad y que es mentira, si la única religión imperante es una patraña y las personas con necesidades especiales son abandonadas a su suerte. Cuando Rick cruza todas la líneas y se acuesta con una bella androide llamada Rachael, ella le advierte, con frialdad, que él ama a su cabra más que a nada en este mundo. Entonces nada, para Rick, tiene ya sentido. Todo es mentira, incluso el catedrático, que debía ser un androide.


You love the goat more than me. More than you love your wife, probably. First the goat, then your wife, then last of all.


Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, 1968

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