
Se plantean dilemas como el "adulterio" con androides tan perfectos que parecen humanos, cuando Miranda, la joven y promiscua novia de Charlie, se atreve a experimentar sexualmente con el androide Adam.
Creo que la pregunta no es tanto qué es una infidelidad consumada (incluso con una máquina), sino, en el sexo, qué nos hace humanos.
Era un anhelo religioso dotado de esperanza, era el santo grial de la ciencia. Nuestras ambiciones eran extremas: convertir en realidad un mito de la creación, llevar a cabo un acto de amor propio monstruoso.
Ian McEwan, Máquinas como yo, 2019
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