Los paladines de la Teoría Crítica opinaban que después del horror de las trincheras y los campos de exterminio de las dos guerras mundiales, la belleza era imposible. No hace más falta que ver lo feo (o lo "conceptual", como dicen algunos) en la arquitectura, en la escultura, en la pintura... ¿La belleza ha muerto?
Sin embargo, el escritor británico Roger Scruton, crítico de la Teoría Crítica, afirmaba que "la belleza es una necesidad universal del ser humano. Si la ignoramos, nos perdemos en un desierto espiritual." A pesar de todo el dolor y toda la injusticia, sin pan y sin belleza la vida no tendría sentido.
Las cosas bellas son un fin en sí mismo. Son objetos de contemplación que alimentan el espíritu de manera desinteresada.
Querer algo por su belleza es querer eso, no para hacer algo con eso.
De los primeros dibujos de las cuevas de Lascaux a los paisajes de Cézanne, los poemas de Guido Gezelle y la música de Messiaen, el arte ha buscado un sentido al mundo natural. La experiencia de la belleza natural no es una sensación de "¡Qué bonito!" o "¡Qué agradable!", sino que lleva implícita la afirmación de que el mundo es un lugar bueno y adecuado para vivir, un hogar en el que se ven confirmadas nuestras facultades y perspectivas como seres humanos.
Roger Scruton, La belleza, 2017
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