Poet's Abbey (Blog de lecturas)


¿Matar a Sócrates?

 


El maestro Gregorio Luri se pregunta por qué se mata el espíritu de Sócrates en el siglo XXI. La respuesta es sencilla: el mundo actual no acepta la verdad. 

Los pedagogos (pos)modernos han dejado de creer en la memoria, la atención y el conocimiento en aras de una cultura emocional, vacía de rigor y cargada de ideología.

La victoria de los sentimientos por encima de la razón aniquila toda posibilidad de buscar juntos la verdad, como hacía el gran filósofo ateniense. 

El "emotivismo ético encuentra más noble la náusea que el apetito", pues busca la felicidad antes que la virtud (al contrario que los griegos).

Como decía Aldous Huxley, "revolcarse en el fango no es la mejor manera de limpiarse" pero permite gesticular de forma vistosa y necesita encontrarse bien para considerarse moral.

Por eso es tan importante ponerse a dialogar con un tábano de la conciencia como Sócrates, que no admite la falacia ni la contradicción. Su herramienta principal es el diálogo sincero, en búsqueda de la verdad y no en el juego de palabras, algo que le costó la vida. 

Porque se presentaba a sí mismo "como un ignorante que conoce su ignorancia y, bajo esta perspectiva, se cree más sabio que los fatuos que ignoran la suya". 

Toda su actividad filosófica trata de dilucidar qué saben realmente los hombres cuando dicen que saben. Frente al sofista, el filósofo desea saber para superar una ignorancia que no oculta con retórica.


Todas las grandes obras de la Antigüedad son un diálogo con alguna tradición precedente. 


Pero ante los problemas permanentes lo primero que hemos de confesar es nuestra ignorancia y, por lo tanto, la necesidad de trascenderla filosóficamente. 


Nunca se acaba de leer ni a Platón ni a ningún otro gran autor. Aprender a leer es un ejercicio que dura toda una vida, porque lleva toda una vida educar a una mente, que por naturaleza es deslizante...


El respeto escrupuloso a la letra de la ley era indisociable del respeto de la justicia y de la misma democracia.


La Antigüedad creía en la polis; nosotros, gracias a Platón, creemos en nuestras ideologías, que nos permitan confiar (y aquí se encuentra lo esencial del platonismo para el pueblo) que el pensamiento no solamente puede comprender la naturaleza, sino también corregirla.


areté: virtud

enkrateia: autocontrol

epimeleia: cuidado de sí

kalokagathia: unión armoniosa de un alma bella y un cuerpo bello


Gregorio Luri, ¿Matar a Sócrates?, 2015

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