Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Herzog


Los personajes de Bellow viven en una tensión con la realidad que les incomoda, pues no tienen referencias trascendentes ni encuentran un sentido al reto de lo cotidiano. No hay duda de que el escritor se preocupa por la dimensión moral del individuo que busca una vida plena en un mundo materialista y hedonista, es decir, capitalista. 

La sociedad mercado-técnica crea sus esclavos que, anestesiados por el consumismo atroz, no saben su condición de borregos. Pero anhelan ser libres. El deseo no se apaga en el corazón humano, a pesar de todo.

Los personajes exploran las posibilidades de la libertad y la autenticidad sin caer en fórmulas fáciles de optimismo vano ni en recetas absurdas de autoayuda.

Y de todos ellos destaca el protagonista, el viejo profesor Herzog, divorciado dos veces, y de una mente privilegiada, un intelectual ("bastante torpe para las cosas de la vida") que busca el sentido de su vida a través de unos encuentros con seres queridos y unas cartas que escribe y no se atreve a enviar.


No estoy de acuerdo con Nietzsche en que Jesús hizo enfermar el mundo entero infestándolo con su moralidad de esclavo. Pero lo cierto es que el propio Nietzsche tenía un punto de vista cristiano de la historia, pues siempre veía el momento presente como una crisis, como aguna caída desde la grandeza clásica, como una corrupción o mal del que había salvarse. A eso lo llamo yo cristiano. (p. 88)


Yo estoy convencido de que el sentido de hermandad es lo que hace humano al hombre. Cuando los predicadores del terror te dicen que "el otro" es lo único que te aparta de tu libertad metafísica, debes apartarte de ellos para no escucharlos más. La cuestión real y esencial es la de cómo nos emplean otros seres humanos y cómo los utilizamos nosotros a ellos. (...) Y cuando la conciencia no comprende claramente para qué se vive y para qué se muere, sólo consigue engañarse y ridiculizarse. (p. 365)


Pero ¿cuál es la filosofía de esta generación? No que Dios ha muerto. Eso ya ha dejado de decirse hace mucho tiempo. Quizá deba decirse ahora que la Muerte es Dios. La generación actual cree -éste es su gran pensamiento- que nada que sea fidedigno, vulnerable y frágil, puede durar ni tener una verdadera fuerza. La Muerte espera estas cosas lo mismo que un suelo de cemento espera una bombilla que está a punto de caerse. La brillante caparazón de cristal pierde con su estallido su pequeño vacío y eso es todo lo que pasa, aparte del ruido. Y así es como nos enseñamos unos a otros la metafísica. (...) La Historia es historia de la crueldad, no del amor, como creen los blandos. (p. 365).


Saul Bellow, Herzog, 1964

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