![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0ByVfs4rsdb3scl2BivqgYEHmPJ9e_im4CmnMMJ4If7XECfOTPPqVj_t0WTYTpJjWDIYKQeF8vSEkd_9SOg2Zo26EvdZySCy4x1XAE7BgGLyg8LgFHc7f3JN5L9BOXS5Bwc2ngwSTzY0/s200/Dvorak2.jpg)
La Octava Sinfonía de Antonin Dvorak me ha llevado a los campos del Este de Europa, a aquel tren destartalado que recorría el sur de Polonia, a aquellos paisajes agrestes y tranquilos.
Dvorak compuso esta tierna sinfonía en el verano de 1889, en una modesta villa de la República Checa donde se dedicaba a descansar, cuidar de un palomar y componer. Los cuatro movimientos están inspirados en la música tradicional bohemia que Dvorak tanto amaba. El solo de violín del agadio es hermoso y mágico. Su melodía ha conseguido despegarme de mi butaca, de mi vida norteamericana, de mis Broncos y mis Red Sox, y me ha llevado de vuelta a la vieja Europa. Y por un momento he añorado, y mucho, el tiempo en que vivía tan cerca de la República Checa.
Antonin Dvorak, Sinfonía 8, 1889
Comentarios