Mis pies calzados con caligae, esas sandalias romanas, se ensuciaban de polvo del
camino de la Hispania de Asdrúbal, mis manos sudaban llevando el gladio y
el escudo a una batalla abierta, y mis ojos se cerraban por el sol, el
sudor y el cansancio acumulado después de tantas batallas contra el
enemigo cartaginés, el poderoso Aníbal, que hacía temblar, con su sola presencia, los muros de Roma.
Es un inmenso placer, para los amantes de la Historia Antigua, meterse en la piel de los legionarios y revivir esas grandes proezas en la Roma de los cónsules y senadores. He disfrutado con la primera representación de una comedia de Plauto, el dramaturgo pobre que alcanzó la gloria con sus obras.
Es un inmenso placer, para los amantes de la Historia Antigua, meterse en la piel de los legionarios y revivir esas grandes proezas en la Roma de los cónsules y senadores. He disfrutado con la primera representación de una comedia de Plauto, el dramaturgo pobre que alcanzó la gloria con sus obras.
He luchado en mil batallas con las legiones, me he curtido en los campos italianos, y he sufrido la humillante derrota de Cannae (216 a.C.), que todavía hoy se estudia en las academias como ejemplo de estrategia militar. En esa batalla, ocho legiones completas resultaron aniquiladas: murieron setenta mil romanos, de los cuales nueve mil eran patricios, la élite política y militar. Roma estuvo a punto de desaparecer.
Fue una derrota total, que se podría comparar a la (muy posterior) matanza de Teutoburgo, cuando Arminio y los germanos asaltaron los puestos de las guarniciones romanas del Rin y masacraron las legiones de Varo, en el año 9. Esa derrota fijó la frontera norte.
Por algo, el senador Catón el Viejo, veterano de los tiempos de Aníbal, se erigió en portavoz de la conciencia romana. Todas sus intervenciones en el Senado acababan con la coletilla: "Ceterum censeo Carthaginem esse delendam" ("Aparte de eso, opino que hay que arrasar Cartago").
La trilogía de Posteguillo es muy recomendable para los amantes de la historia antigua:
El miedo, Marco, recuérdalo, administrado sabiamente es la mejor de las armas, especialmente para manipular a un pueblo inculto e influenciable.
Santiago Posteguillo, Africanus: el hijo del cónsul, 2008
La trilogía de Posteguillo es muy recomendable para los amantes de la historia antigua:
El miedo, Marco, recuérdalo, administrado sabiamente es la mejor de las armas, especialmente para manipular a un pueblo inculto e influenciable.
Santiago Posteguillo, Africanus: el hijo del cónsul, 2008
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