Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Conversaciones con Kafka

La sed de belleza está impresa en la naturaleza humana. Los niños y las niñas son los que mejor pueden percibirla, al no dar el mundo por supuesto. Algunos ancianos también conservan esa capacidad de verlo como un regalo, sin dejar de asombrarse nunca.

Aunque nadie conoce a Janouch, este adolescente esloveno tuvo el privilegio de conocer en persona y admirar a Kafka cuando nadie sabía quién era. Este libro refleja los pensamientos del gran autor checo sobre Picasso ("es un anotador de las deformidades que todavía no han entrado en nuestra conciencia"), Apollinaire ("es un acróbata de las palabras"), Chesterton ("es tan gracioso que se podría pensar que ha encontrado a Dios"), entre otros. 

Estas conversaciones son un regalo para todos los jóvenes de noventa años, como mi abuelo Julio, que son plenamente felices, porque aún pueden asombrarse por la belleza.

Por cierto, uno de los mayores enigmas literarios de todos los tiempos es la pérdida de 30 cartas y 20 cuadernos de notas de Kafka que se llevó la Gestapo.

 
-La juventud es feliz porque posee la capacidad de ver la belleza -dijo Kafka-. Es al perder esta capacidad cuando comienza el penoso envejecimiento, la decadencia, la infelicidad.

-¿Entonces la vejez excluye toda posibilidad de felicidad? -preguntó Janouch.

-No. La felicidad excluye a la vejez. Quien conserva la capacidad de ver la belleza no envejece.

Gustav Janouch, Conversaciones con Kafka, 1951

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