Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Adolphe

Adolphe desea a una mujer mayor que él, la bella e infeliz Elléanore, una polaca que vive con otro hombre. La seducción se convierte en un baile en el que los amantes desean una felicidad que el otro no puede ofrecerles. Entonces huyen de la realidad, y se van a vivir a Polonia. 

Pero el indomable espíritu de independencia y libertad del chico se ahoga en el dilema de su futuro profesional y la responsabilidad de cuidar a la mujer a la que le ha prometido amor eterno. Una carta, al final, decidirá el destino de los infelices.


¡Ay del hombre que, en los primeros momentos de una relación amorosa, no crea que esta relación deba ser eterna! ¡Ay de aquel que, en brazos de su amante que acaba de conquistar, conserve una funesta presciencia, y prevea que la podrá apartar! (p. 84)

No me sorprende que el hombre necesite una religión; lo que me extraña, es que a veces se crea lo sucifientemente fuerte y al amparo de la desgracia como para atreverse a rechazar una: debería, me parece, tener tendencia, en su debilidad, a invocarlas todas; en la noche espesa que nos rodea, ¿hay acaso un resplandor que podamos rechazar? En medio del torrente que nos arrastra, ¿hay acaso una rama a la que nos atrevamos a negar que nos retenga? (p. 142)

Las circunstancias son muy poca cosa, el carácter lo es todo; en vano rompemos con los objetos y con los seres exteriores; no sabríamos romper con nosotros mismos. Cambiamos de situación, pero transportamos en cada una el tormento del que esperábamos librarnos, y no nos corregimos desplazándonos, sólo nos encontramos con que hemos añadido tormentos a los arrepentimientos y culpas a los sufrimientos. (p. 149)

Benjamin Constant, Adolphe, 1816


Comentarios