En una aldea ignota de Polonia, Lupiskóry (que significa "lugar donde se despelleja"), una niña pobre de diez años llamada Marysia acaba de enterrar a su madre viuda. Los vecinos deben acompañar a la huérfana a un pueblo llamado Leszczynice ("lugar plantado de avellanos"). Ella se ha quedado desamparada en el mundo rural y macilento.
El escritor polaco Henry Sienkiewicz narra este maravilloso cuento a partir de tres ambientes que representan la Polonia del siglo XIX: la iglesia, la taberna y el campo. El misticismo de la primera parte contrasta con el crudo realismo de la segunda. Y el lirismo de la tercera se verá truncado por un final terrible.
-¡Esto es agua! ¡Dadme vodka del bueno, de esa otra botella!
El tabernero le volvió a llenar el vaso, pero Wojtek puso aún peor cara.
-¿No tienes absenta?
[...]
Después de intentarlo en cinco ocasiones, y habiéndose olvidado del farol, cogió de la mano a la niña medio dormida y dijo:
-¡Ven, pesadilla!
Las mujeres se habían dormido en el rincón, así que nadie despidió a Marysia.
Henryk Sienkiewicz, Jamioł, 1882
Pintura: Camille Pissarro, Efecto de la nieve en Eragny. Camino de Gisors, 1885
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