Poet's Abbey (Blog de lecturas)


La señora Dalloway


El fluir de la conciencia de una galería de personajes infelices nos va llevando, a través de las escenas cotidianas y los recuerdos en el calor del mes de junio, a la gran fiesta que ha convocado una noche de verano la señora Clarissa Dalloway, una mujer de la alta sociedad londinense.

La novela se desarrolla en un solo día a través de las experiencias y los pensamientos de Clarissa Dalloway y otros personajes que interactúan con ella. Ella está desengañada de Richard, su marido, al que nunca ha querido del todo. Y vive la decepción y la nostalgia de Peter Walsh, su gran amor, que está casada con una mujer más fría que ella. 

La señora Dalloway es una obra que aborda temas humanos y eternos como la identidad, la memoria, la soledad, el tiempo y la percepción. La novela, además, arroja luz sobre las tensiones sociales y políticas de la Inglaterra del período de entreguerras.

La obra es conocida por su estilo lírico y su atmósfera evocadora. Woolf utiliza la ciudad de Londres como telón de fondo para explorar la vida de sus personajes y la transforma en un escenario vibrante y lleno de matices.

De todo el desfile de personajes, cabe destacar a Septimus Warren Smith, un veterano que ha sufrido en sus propias carnes la violencia de las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Trastocado por el horror de la sangre y las bombas, vio morir a su mejor amigo, Evans, sin inmutarse.

Se dice que el plan literario incicial de Virginia Woolf era que la protagonista de esta novela, Clarissa Dalloway, se sucidara en su propia fiesta veraniega. Sin embargo, al final decidió que no fuera la anfitriona, sino otro personaje, que ha sufrido lo indecible, que salta por la ventana para preservar la pureza de la felicidad.



No se puede traer niños a un mundo como éste. No se puede perpetuar el sufrimiento ni aumentar la raza de estos lujuriosos animales, que no tienen emociones duraderas, sino sólo caprichos y vanidados que los llevan hacia un lado, hacia el otro [...] porque la verdad es que los seres humanos no tienen ni bondad, ni fe, ni caridad, más allá de aumentar el placer del momento.

Virginia Woolf, Mrs Dalloway, 1925

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