Poet's Abbey (Blog de lecturas)


El mercader de Venecia




El filósofo romano Cicerón decía que "no hay nada más absurdo que creer que todas las leyes e instituciones son justas", y que "es propio de cualquier hombre equivocarse, pero de ninguno, a no ser del necio, perseverar en el error".

Cuando el despreciable Sexto Tarquino violó a la esposa de su primo, Lucrecia, no había en el derecho romano ninguna ley acerca del estupro; pero el pueblo entero se reveló contra el hijo del último rey de Roma, pues hay una ley fundada en la naturaleza.

El poeta de poetas, William Shakespeare, escribió unos versos maravillosos sobre el deber moral en esta gran obra de teatro

El prestamista judío Shylock reclama igualdad ante la ley veneciana y acude a la naturaleza como instancia superior de apelación:

¿Es que un judío no tiene ojos? ¿Es que un judío no tiene manos, órganos, proporciones, sentidos, afectos, pasiones? ¿Es que no está nutrido con los mismos alimentos, herido por las mismas armas, sujeto a las mismas enfermedades, curado por los mismos remedios, calentado y enfriado por el mismo verano y por el mismo invierno que un cristiano? Si nos pincháis, ¿no sangramos? Si nos hacéis cosquillas, ¿no reímos? Si nos envenenáis, ¿no nos morimos?


Por otro lado, en esta obra de Shakespeare, cabe señalar el reino de Belmonte, en el que el canto de los pájaros y la belleza de la naturaleza es más importante que el oro y las joyas. Las leyes del beneficio y la usura de Venecia aquí están subvertidas, como vemos cuándo la señora Porcia renuncia las arquetas de oro y plata.

La persona que se conmueve con la música puede defenderse de "traiciones, estratagemas y robos"; y quién "no tiene música en sí mismo" carece de un corazón capaz de conmoverse.

Este fragmento invita a buscar el meollo de la vida en aquellas actividades bellas que ennoblecen el espíritu, que nos hacen mejores, pues es mejor ser que tener. El filósofo Ordine recomienda escuchar el segundo movimiento de Kol Nidrei de Max Bruch o el último de los Vier lezte Lieder de Richard Strauss.

The man that hath no music in himself,
nor is not moved with concord of sweet sounds,
is fit for treasons, stratagems, and spoils,
the motions of his spirit are dull as night,
and his affections dark as Erebus:
let no such man be trusted. Mark the music.

 Shakespeare, El mercader de Venecia, 1596

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