Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Arrancad las semillas, fusilad a los niños

Suele compararse esta novela a El señor de las moscas porque narra la historia de un grupo de adolescentes que se ven atrapados en un lugar y deben organizarse para vivir en sociedad. Las dos obras acaban de forma diferente, quizá porque la idea filosófica sobre el desarrollo social y natural del ser humano sea tan distinta. 

El escritor japonés Kenzaburo Oé explica la historia de un grupo de chicos de un reformatorio que acaban abandonados en una remota aldea en las montañas, en el contexto de la segunda guerra mundial. Entre todos forman una sociedad basada en el respeto, la cooperación y la dignidad. Acogen al extranjero pobre (un chico coreano llamado I), del que son capaces de aprender y compartirlo todo. 

Tras la ocupación japonesa de Corea en 1910 y sobre todo a partir de la segunda guerra mundial, millones de coreanos fueron deportados a Japón para convertirse en esclavos de los japoneses. Por eso, en la época actual de la crisis de los refugiados, me ha resultado tan importante en la novela la figura de I.

También hay el descubrimiento del sexo -la pérdida de la virginidad, la homosexualidad, el placer, etc.- y de los ideales de la amistad y del honor. 

Sin embargo, todo se trunca por culpa del odio de los aldeanos, que simbolizan -en su brutalidad- la figura del opresor. 



Dos de los nuestros habían huido durante la noche, y por eso no nos pusimos antes de que amaneciera, como era habitual. Para matar el rato, tendimos al débil sol de la mañana nuestros bastos capotes verdes, todavía húmedos a causa del diluvio caído la noche anterior...


Kenzaburo OéArrancad las semillas, fusilad a los niños, 1958

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