
Las escuelas deben formar un pensamiento reflexivo que lleve a la comprensión de los problemas sociales y luego a la participación ciudadana responsable.
Creo que el individuo a quien se educa es un individuo social, y que la sociedad es una unión orgánica de individuos. Si eliminamos del niño el factor social, nos quedamos con una abstracción; si eliminamos de la sociedad el factor individual, nos quedamos solamente con una masa inerte y sin vida. Por consiguiente, la educación ha de comenzar con una penetración psicológica en las capacidades, intereses y hábitos del niño. Su control ha de llevarse a cabo en cada aspecto por referencia a estas mismas consideraciones. Estas energías, estos intereses y hábitos se han de interpretar continuamente, debemos saber lo que significan. Hay que traducirlos a los términos de sus equivalentes sociales, es decir, aquello de que son capaces bajo el aspecto del servicio a la sociedad.
John Dewey, Mi credo pedagógico, 1897
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