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Uno no es escritor hasta que se enamora de los libros y vive en una buhardilla de una ciudad extranjera. En mi caso no fue Dumas ni París, sino Kafka y Cracovia. Sé que hubiera quedado más literario decir Praga, pero en aquella época de estudiante había conocido, en un pueblo sueco, a una chica polaca, y me había ido, por amor, a vivir a su ciudad.
Me he acordado de ese episodio romántico de mi vida al leer esta novela del escritor peruano Vargas Llosa, que narra la historia de un joven aspirante a escritor que sueña con vivir en París y enamorarse de un amor prohibido, como su tía política, una mujer divorciada y catorce años mayor que él.
Le dije que quería escribir desde que había leído por primera vez a Alejandro Dumas, y que desde entonces soñaba con viajar a Francia y vivir en una buhardilla, en el barrio de los artistas, entregado totalmente a la literatura, la cosa más formidable del mundo.
Mario Vargas Llosa, La tía Julia y el escribidor, 1977
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