El ejército de los EEUU encargó al genial escritor californiano, de origen armenio, una novela que alentase las tropas estadounidenses. Sin embargo, Saroyan entregó un manuscrito que no gustó nada. La obra que escribió era profundamente antibelicista -que no antimilitarista-, y poco complaciente con las jerarquías de poder.
Es una novela que atrapa desde el inicio y sacude al lector con fuerza: a las puertas del infierno, que es la guerra, sólo nos puede redimir el amor gratuito e inesperado.
-La vida no es más que una espera -dijo Joe-, y el hombre que nace con cuerpo de ser humano inconscientemente espera a que ese cuerpo se consuma y regrese a la tierra. Espera la muerte. Pero como sabe que va a poder disponer de ese cuerpo durante treinta o cuarenta años más, trabaja y espera otras cosas. (p. 50)
Oponerse a una guerra cuando ya ha estallado es como oponerse a un huracán que arranca tu casa del suelo y la hace volar por el cielo para luego dejarla caer y que se haga pedazos, contigo dentro. Si te opones a eso seguro que tu objeción es a conciencia. ¿Qué otra cosa podría ser? Pero un huracán es un acto de la naturaleza. Tal vez una guerra también lo sea, no lo sé. Pero yo tengo el presentimiento de que una guerra es un acto humano. Y no me gusta. Lo odio... (p. 53)
Las cartas son lo más importante para un soldado, aparte de licenciarse y volver a casa, imagino porque en realidad nadie llega a estar del todo en el ejército. Puede que su cuerpo esté en el lugar al que lo han enviado, pero su corazón está en otra parte. (p. 154)
-Algún día tú ganarás mucho dinero; no intentarás ganarlo, simplemente lo ganarás. Y cuando esto ocurra, tú haz como si nada, no le des importancia, no te dejas engañar, no codicies más, no te sientas desgraciado cuando ganes menos de lo que esperabas. Manténte por encima de él. No te permitas nunca ser rico o pobre. El dinero puede llevar a la quiebra incluso a un buen hombre. (p. 304)
Y yo no sé qué diferencia hay entre ser norteamericano o ser otra cosa, pero sí sé que no hay hombre en el mundo que pueda resistirse a una verdad y una belleza como las que surgieron del trombón de Wynstanley la noche de aquel sábado, 22 de julio de 1944.
Sé que los guardias alemanes no pudieron resistirse a esa verdad y a esa belleza (...). Sé que todo el mundo, dentro y fuera de aquel campo de prisioneros, que había oído tocar a Wynstanley no podía resistirse a la verdad y a la belleza que destilaba su trombón; y todos ellos eran iguales ante esa verdad y esa belleza, así que, ¿a qué viene esa monserga de que unos nacen malos y otros nacen muy buenos, y los demás hacen lo que pueden? ¿Qué clase de monserga es esa? (p. 381)
¿Qué hace uno cuando Dios cumple con lo pactado? ¿Qué hace uno cuando lo que obtiene es aún mejor que lo que había pactado inicialmente? ¿Qué hace uno cuando sabe que Él siempre sabrá lo que uno va a querer cuando uno aún no lo sabe, y que no dejará de cumplir con lo pactado? Pues uno no puede por menos de agradecérselo, ¿verdad? (p. 386)
William Saroyan, Las aventuras de Wesley Jackson, 1946
Es una novela que atrapa desde el inicio y sacude al lector con fuerza: a las puertas del infierno, que es la guerra, sólo nos puede redimir el amor gratuito e inesperado.
-La vida no es más que una espera -dijo Joe-, y el hombre que nace con cuerpo de ser humano inconscientemente espera a que ese cuerpo se consuma y regrese a la tierra. Espera la muerte. Pero como sabe que va a poder disponer de ese cuerpo durante treinta o cuarenta años más, trabaja y espera otras cosas. (p. 50)
Oponerse a una guerra cuando ya ha estallado es como oponerse a un huracán que arranca tu casa del suelo y la hace volar por el cielo para luego dejarla caer y que se haga pedazos, contigo dentro. Si te opones a eso seguro que tu objeción es a conciencia. ¿Qué otra cosa podría ser? Pero un huracán es un acto de la naturaleza. Tal vez una guerra también lo sea, no lo sé. Pero yo tengo el presentimiento de que una guerra es un acto humano. Y no me gusta. Lo odio... (p. 53)
Las cartas son lo más importante para un soldado, aparte de licenciarse y volver a casa, imagino porque en realidad nadie llega a estar del todo en el ejército. Puede que su cuerpo esté en el lugar al que lo han enviado, pero su corazón está en otra parte. (p. 154)
-Algún día tú ganarás mucho dinero; no intentarás ganarlo, simplemente lo ganarás. Y cuando esto ocurra, tú haz como si nada, no le des importancia, no te dejas engañar, no codicies más, no te sientas desgraciado cuando ganes menos de lo que esperabas. Manténte por encima de él. No te permitas nunca ser rico o pobre. El dinero puede llevar a la quiebra incluso a un buen hombre. (p. 304)
Y yo no sé qué diferencia hay entre ser norteamericano o ser otra cosa, pero sí sé que no hay hombre en el mundo que pueda resistirse a una verdad y una belleza como las que surgieron del trombón de Wynstanley la noche de aquel sábado, 22 de julio de 1944.
Sé que los guardias alemanes no pudieron resistirse a esa verdad y a esa belleza (...). Sé que todo el mundo, dentro y fuera de aquel campo de prisioneros, que había oído tocar a Wynstanley no podía resistirse a la verdad y a la belleza que destilaba su trombón; y todos ellos eran iguales ante esa verdad y esa belleza, así que, ¿a qué viene esa monserga de que unos nacen malos y otros nacen muy buenos, y los demás hacen lo que pueden? ¿Qué clase de monserga es esa? (p. 381)
¿Qué hace uno cuando Dios cumple con lo pactado? ¿Qué hace uno cuando lo que obtiene es aún mejor que lo que había pactado inicialmente? ¿Qué hace uno cuando sabe que Él siempre sabrá lo que uno va a querer cuando uno aún no lo sabe, y que no dejará de cumplir con lo pactado? Pues uno no puede por menos de agradecérselo, ¿verdad? (p. 386)
William Saroyan, Las aventuras de Wesley Jackson, 1946
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