Poet's Abbey (Blog de lecturas)


La broma infinita

Las realidades más obvias suelen ser las más difíciles de ver y expresar, o como bien dice David Foster Wallace, el autor de La broma infinita: "resulta mucho más fácil arreglar algo si lo puedes ver con tus propios ojos". 

La misma experiencia significa dos cosas distintas para dos personas, según las creencias y vivencias de cada uno. Es necesario pensar de dónde vienen las opiniones personales. Porque la construcción de significado del mundo depende de la elección personal. ¡El problema es la arrogancia del que se cree en posesión de la verdad o del que se pierde en abstracciones teóricas sobre la vida!

En La broma infinita, esta novela tan exigente (hay que leerla despacio, con dos puntos de libro, para las notas) como divertida y ácida con la sociedad actual, el corrosivo y lúcido autor nos enseña la realidad de la vida sin más, desde lo cotidiano como un partido de tenis.

El genio estadounidense, como "pez en el agua", se preguntaba qué era el agua. Su mirada trágica y poética sobre el mundo, sin embargo, no le bastó contra el infierno de su enfermedad, y se ahorcó con 46 años.



-Creo que probablemente hay diferentes tipos de suicidas. Yo no soy de las que se odian. No soy del tipo que dicen "soy una mierda y el mundo estaría mejor sin mi presencia" pero al mismo tiempo se imaginan lo que dirá todo el mundo en su funeral. He conocido gente así en los psiquiátricos. (...) No pretendía hacerme un daño especial. Ni sufrir un castigo. Yo no me odio. Sólo quise hacerlo. No quería jugar más, eso es todo.


David Foster Wallace, La broma infinita, 1996

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