Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Yo, Julia



Yo, Julia de Santiago Posteguillo nos traslada al siglo III d.C., en la era del pérfido emperador Cómodo, en plena crisis del Imperio romano. La historia sigue el ascenso de Julia desde su posición como hija de un sacerdote sirio hasta convertirse en emperatriz y una de las mujeres más influyentes del Imperio romano. A diferencia de Cleopatra (amante de Julio César y luego de Marco Antonio) y de Berenice (amante de Tito), Julia Domna era esposa del emperador y se amaban de verdad.

En la obra destacan figuras históricas como Septimio Severo, su esposo ambicioso y estratega; Pértinax, Clodio Albino y otros generales que compiten por el trono; y sobre todo Galeno, el gran médico que actúa como narrador secundario y testigo de los hechos.

Aprendemos muchas anécdotas de Historia: el teatro de Pompeyo no gustaba a ningún emperador porque fue allí donde asesinaron a Julio César (quien, por cierto, no nació de cesárea de su madre Aurelia Cotta); Marco Aurelio y Lucio Vero gobernaron como coemperadores de forma eficaz; la formación en "triplex acies" (triple línea de batalla) era una disposición táctica usada por el ejército romano; y sobre todo la batalla de Lugdunum (Lyon), en la que salió victorioso Septimio Severo contra Clodio Albino.

La novela explora temas como el poder, la ambición, la manipulación, el papel de la mujer en la historia y la resistencia frente a un sistema injusto. Julia no es solo una esposa imperial; es una estratega política que lucha por su legitimidad y la de su dinastía. Su figura rompe los moldes tradicionales del rol femenino en la Antigüedad.

En el preludio, el autor hace un guiño a los escritores y revela que una novela necesita mucha documentación, estructura e ideas claras:



Es complejo decidir cómo se va a contar una historia. Esto es, si se quiere hacer bien, tal y como se deben acometer todos los empeños en los que uno se embarca. Lo que implica, en el caso que nos ocupa, evitar ser uno de esos que se aventuran al relato sin antes considerar bien cómo organizar las ideas. Si uno va a ser proclive a semejante desatino, entonces es mejor que ni tan siquiera empiece la empresa.


Santiago Posteguillo, Yo, Julia, 2018


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