Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Bestiario

 


Julio Cortázar hay que leerlo con un vaso de whiskey (por supuesto, sin hielo). Sus cuentos son crudos y necesitan el maravilloso líquido de color de oro en la garganta, no tanto para poder digerirlos cuanto para apreciarlos en toda su intensidad. 

Al inicio de este libro de cuentos, el escritor argentino afirma: "En suma, desde pequeño, mi relación con las palabras, con la escritura, no se diferencia de mi relación con el mundo en general. Yo parezco haber nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas". 

La obra se abre con un cuento maravilloso, La casa tomada, sobre dos hermanos que viven en una casa familiar que, poco a poco, va siendo tomada por unos intrusos fantasmagóricos que les expulsan de su hogar.

Luego hay más "relatos salvajes" sobre un hombre que vomita conejitos, una joven con flores que se siente observada en un ómnibus, y de una granja de extraños animales. En el penúltimo cuento, Las puertas del cielo, narra la triste historia de un viudo que, desesperado, cree ver a su amada en una fiesta: 


Lo vi levantarse y caminar por la pista con paso de borracho, buscando a la mujer que se parecía a Celina. Yo me estuve quieto, fumándome un rubio sin apuro, mirándolo ir y venir sabiendo que perdía su tiempo, que volvería agobiado y sediento sin haber encontrado las puertas del cielo entre ese humo y esa gente.

Julio Cortázar, Bestiario, 1951

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