En el 415 a.C., el dramaturgo Eurípides presentó Las troyanas en un teatro en el que no cabía ni un alfiler. La tragedia recreaba el fin de la larga guerra de Troya, el mito fundacional de los griegos, su gran victoria patriótica. Era un festival importante. Los espectadores comían pan, queso y aceitunas y esperaban una obra épica y grandiosa. Sin embargo, la tragedia desplegaba la feroz matanza, la violencia vengativa y la crueldad de los griegos sobre las mujeres y niñas derrotadas.
Iluminada por el fuego de Troya, la vencida, anciana y mellada reina Hécuba pone voz a todas ellas, desde Troya hasta Sarajevo:
Tiembla la tierra, tiembla toda la ciudad al desplomarse. Trémulos miembros, arrastrad mis pies. Vamos a vivir en la esclavitud.
Eurípides, Las troyanas, 415 a.C.
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