Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Humano, demasiado humano

 


Esta obra de Nietzsche es "un libro para pensadores libres", como reza el subtítulo. El filósofo del martillo utiliza el aforismo para derrumbar las creencias anquilosadas de la sociedad hipócrita de su época, y nos regala unas ideas asombrosas y rabiosamente actuales.

Compara nuestra vida espiritual con un motor que tiene: una cámara que calienta, para producir movimiento; y otra que regrigera, para evitar que se estropee. Esto significa que hay que saber generar calor emocional para crear conocimiento, arte o vida; y también saber generar frío racional para evaluar la realidad, los medios y los fines.

Subraya que "la falta de sentido histórico es el pecado original de los filósofos" y yo diría de los charlatanes de hoy en día que, bajo las lentes del puritanismo calvinista y marxista, derrumban estatuas y censuran obras del pasado.

También critica a los tristes puritanos cristianos, que reducen su fe a ideología de sacristía:

47. (...) Existe también una hipocondría cristiana de que son atacadas aquellas gentes solitarias, presas de la emoción religiosa, que se ponen continuamente ante los ojos la pasión y muerte de Cristo.


A la vez, lanza unas preguntas maravillosas y unas reflexiones que deberían sacarse más a menudo en los púlpitos para interpelar a los fieles que van a misa por tradición e inercia, sin darse cuenta de nada:

113. (...) Cuando en la mañana de un domingo oímos vibrar las viejas campanas, preguntamos: ¿Es posible que se haga esto por un judío, crucificado hace 2000 años, que se decía el Hijo de Dios? Falta la prueba de tal afirmación.

115. (...) Las personas para quienes la vida diaria es una cosa vacía y monótona se hacen fácilmente religiosas; en esto son comprensibles y perdonables, pero ningún derecho les queda para reclamar la religiosidad de aquéllos para quienes la vida diaria no corre vacía ni monótona.


Ahora que es tiempo de verano y las chicas lucen vestidos alegres en cuerpos griegos, me acuerdo de esto:

149. La belleza más noble no es la que deslumbra instantáneamente, la que nos seduce por asaltos tempestuosos y embriagadores (que fácilmente llega a disgustar), sino aquélla que se insinúa lentamente...


Y pienso en mis profesores catedráticos de estética de la carrera de Humanidades:

150. El arte se entroniza cuando las religiones decaen. Recoge multitud de sentimientos y tendencias producidas por la religión; los hace suyos, y entonces se presenta más profundo, más espiritual, a tal punto que puede comunicar la elevación y el entusiasmo, cosa que antes no le era dado. El tesoro del sentimiento religioso, convertido en un torrente, se desborda siempre de nuevo y quiere conquistar nuevos reinos...

225. Se llama espíritu libre a quien piensa de manera distinta a lo que se esperaría atendiendo a sus orígenes, su entorno, su posición social y su profesión, o a las opiniones dominantes de la época. Él es la excepción, los espíritus sometidos, la regla...


Y aquí toca el tema de moda de los "ofendiditos", que me recuerda a la anécdota de una cadena de comida basura que lanza una publicidad basura, un chiste pésimo sobre la transubstanciación y el veganismo: "Comed todos de él, porque no lleva carne". Esto consiguió su objetivo publicitario: que algunos pusieran el grito en el cielo y que se hablara mucho de esta marca (que yo omito para intentar no hacerle juego). Después de numerosas quejas, la empresa pidió disculpas "a los que se hayan sentido ofendidos por esto". Nos llama la atención no la campaña en sí, que me parece pueril, sino la manera de disculparse. Si la publicidad no es de ningún modo ofensiva, ¿para qué disculparse? Y si realmente lo es, no deberían pedir disculpas sólo a los "ofendidos", sino a todo el mundo. 

Nietzsche nos dice que cuando alguien se disculpa ante nosotros tiene que hacerlo muy bien; si no, fácilmente pasamos nosotros mismos por los culpables y nos queda un sentimiento desagradable:

347. Es más agradable ofender y pedir perdón después, que ser ofendido y conceder el perdón. El que hace lo primero manifiesta una prueba de su poder y de su bondad de carácter. El otro, sino quiere pasar por inhumano, está obligado a perdonar.


Y, por último, nos deja estas joyas:

482. Las convicciones son más peligrosos enemigos de la verdad que las mentiras.

498. Los héroes precisan una serpiente que se convierta en dragón; de otro modo le faltará su enemigo legítimo.

522. La exigencia de ser amado es la mayor de las pretensiones.


Friedrich Nietzsche, Humano, demasiado humano, 1878 



Comentarios