Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Walden

 


El escritor estadounidense H. D. Thoreau señaló la importancia vital de la naturaleza en su relación con el ser humano. De hecho, construyó con sus propias manos una cabaña en medio del bosque, frente al lago Walden, y vivió en ella durante más de dos años de su vida. Anhelaba una vida sencilla y auténtica. Quería aprender de la naturaleza y palpar la libertad en su alma rodeada de belleza. Se resisitía a la rutina mortal de la vorágine de la ciudad. 

Este libro muestra su experiencia en la cabaña de Walden y es una crítica al consumismo innecesario de la sociedad moderna. Aunque es una obra demasiado larga y dispersa, en mi opinión, vale la pena el fragmento en que nos regala un carpe diem, no entendido como "aprovecha el momento", sino en su sentido literal, "cosecha el día". Esto es relevante, porque se cosecha para un mañana, y eso es lo que le da sentido a cada instante que pasa. 

Se cosecha en la tierra el momento que pasa proyectándolo más allá, para la eternidad. Porque la verdadera vida se encuentra en comunión con la naturaleza, sin las cadenas del sociedad mercado-técnica.

Por cierto, esta edición de la editorial Alma, bien cuidada e ilustrada, me parece una maravilla.


Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentarme solo a los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que la vida tenía que enseñar, y para no descubrir, en el momento de la muerte, que no había vivido. No quería vivir lo que no fuera la vida, pues vivir es caro; ni quería practicar la resignación a menos que fuera completamente necesario. Quería vivir con profundidad y absorber toda la médula de la vida, vivir de manera tan severa y espartana como para eliminiar cuanto no fuera la vida...


Dejé los bosques por una razón tan buena como la que me llevó allí. Tal vez me pareciera que tenía más vidas que vivir y no podía dedicarle más tiempo a aquella. Es sorprendente con qué facilidad e insensibilidad seguimos una ruta particular y la convertimos en un camino trillado.

Henry David Thoreau, Walden, 1854




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