No volveré a ser joven

 

Cantaba Loquillo, guitarra en mano, unos versos del poeta Jaime Gil de Biedma que deberían recitarse en el último curso de bachillerato, cuando los chicos y las chicas que salen del instituto y quieren comerse el mundo (o que ya claudican de hacerlo) tienen que aprender la última lección: que la vida, aunque parezca mentira, va en serio.

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

Jaime Gil de Biedma, No volveré a ser joven, siglo XX