Tolstoi decía: "Escribe bien sobre tu aldea y serás universal". Esto es lo que hizo Flannery O’Connor, una gran escritora que nació en una familia católica de ascendencia irlandesa, del sur de Estados Unidos. Este hecho marcaría profundamente su visión del mundo y su obra. Creció en Georgia y desde joven mostró interés por el arte y la escritura. Estudió en la Universidad de Georgia y también asistió al prestigioso taller de escritura de Iowa, donde se formó como escritora y lectora de clásicos y modernos, sobre todo de dos grandes autores como Joseph Conrad y Henry James. Además, su libro de cabecera era la Suma Teológica (supongo que en edición abreviada).
A los 25 años fue diagnosticada con lupus eritematoso sistémico y decidió regresó al hogar familiar en Georgia, donde vivió con su madre en la granja Andalusia. Allí escribió la mayor parte de su obra, a menudo limitada físicamente pero muy activa intelectualmente.
Su obra se caracteriza por el uso del realismo grotesco, la violencia súbita y una profunda reflexión sobre la gracia, la fe y la redención, todo enmarcado en un contexto profundamente cristiano (era católica en el sur protestante de EE.UU.). Su fe influyó profundamente en sus historias, que tratan con crudeza la gracia, la redención, el pecado y la hipocresía.
O’Connor murió a los 39 años debido a complicaciones del lupus. A pesar de su corta vida, dejó una marca imborrable en la literatura estadounidense. Hoy es considerada una de las mejores cuentistas del siglo XX. Su enfoque único del cristianismo, combinado con una visión lúcida y brutal de la naturaleza humana, sigue influyendo en escritores y lectores por igual.
De hecho, cuando se publicó, muchos lectores no sabían que era una mujer por la brutalidad de sus relatos. Como dijo alguien, cuando lees sus relatos, te esperas que el autor sea un hombre borracho, lunático y violento, y te encuentras con una mujer joven, inteligente y profundamente católica.
Se le ha intentado etiquetar muchas veces como escritora sureña, católica, neogótica, etcétera. Pero ella escapaba de toda etiqueta y practicaba el "realismo de distancia", que colocaba a sus personajes al borde del misterio para desconcertar al lector.
Aquí presento brevemente los cuentos que más me han impactado como lector:
Good country people narra el desconcertante encuentro entre Hulga, una mujer intelectual, nihilista y con una pierna ortopédica, y un joven aparentemente ingenuo que vende biblias puerta a puerta. Lo que comienza como una interacción inofensiva se transforma en una confrontación inquietante sobre la fe, la identidad y la ilusión de superioridad moral e intelectual. A través del choque entre estos personajes, Flannery O’Connor explora la fragilidad del orgullo y la brutalidad de la desilusión: “Por primera vez en su vida tenía frente a sí la verdadera inocencia”, una frase cargada de ironía que cuestiona qué entendemos realmente por "inocencia".
Revelation se desarrolla en la sala de espera de un consultorio médico, donde Ruby Turpin, una mujer blanca, religiosa y prepotente, se enfrenta al juicio inesperado de una joven perturbada que la llama "cerda gorda" y lanza un libro en su contra. Este acto violento es el catalizador de una experiencia mística: una visión en la que ve a los últimos siendo los primeros, y a los supuestamente virtuosos, los últimos en entrar al cielo. La historia reflexiona sobre la hipocresía, el juicio moral y la posibilidad de redención a través del sufrimiento: "En los bosques del contorno los invisibles coros de grillos habían iniciado su concierto, pero lo que ella oía eran las voces de las almas, almas que subían al campo de estrellas y cantaban aleluya".
The life you save may be your own cuenta la historia de un vagabundo llamado Mr. Shiftlet que llega a una granja donde vive una anciana con su hija muda. Con una mezcla de encanto y manipulación, el hombre se gana su confianza hasta conseguir lo que desea: un coche y una boda con la joven. Pero su huida no lo libera de la culpa ni del vacío moral. El relato examina la corrupción del alma, la explotación disfrazada de caridad y el precio de la redención —o la ausencia de ella.
A good man is hard to find es, sin duda, el cuento más célebre de Flannery O’Connor y una de las piezas fundamentales del gótico sureño. Narra el viaje en automóvil de una familia encabezada por una abuela mandona y sentimental, obsesionada con las buenas maneras y la tradición. El trayecto, inicialmente banal, toma un giro trágico cuando se cruzan con The Misfit, un asesino fugitivo que encarna el caos, la violencia y la ausencia de redención. En los minutos finales, la abuela enfrenta una transformación espiritual ambigua y estremecedora, que deja al lector en una inquietante suspensión entre la gracia y el absurdo. Así, O’Connor examina la fragilidad de la bondad cuando se la reduce a una etiqueta social, y sugiere que solo ante el abismo se vislumbra la posibilidad —terrible y sublime— de la auténtica redención. La frase que da título al cuento, A good man is hard to find, resuena con amarga ironía a lo largo del relato, cuestionando qué significa realmente ser "bueno" en un mundo donde la violencia y la fe colisionan brutalmente. De hecho, lo leí hace unos años y ha sido un placer volverlo a leer.
Flannery O’Connor, Cuentos completos, 1960
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