En 1486, Pico della Mirandola escribió el Discurso sobre la dignidad del hombre, considerado uno de los textos fundacionales del humanismo renacentista. En él, afirma que el ser humano es el único ser al que Dios no asignó un lugar fijo ni una forma determinada.
Le dice a Adán: "No te he dado ni rostro, ni lugar alguno que sea propiamente tuyo, para que tú mismo te los des". Esta idea revolucionaria sitúa la dignidad humana en su libertad de autodeterminación: no somos lo que heredamos, sino lo que elegimos llegar a ser.
Pico se inspira quizás en una imagen de Plotino, en sus Eneadas, donde se nos invita a pensar en el alma como un escultor que debe cincelar su propia estatua hasta revelar la belleza interior. Así, la libertad no es solo la posibilidad de elegir, sino el instrumento con el que construimos nuestra humanidad. Esta visión resalta que respetar la dignidad de una persona es respetar su autonomía, su derecho a desarrollarse moral, espiritual e intelectualmente.
Para Pico, esta tarea de perfeccionamiento personal se logra a través de la educación, el pensamiento y la cultura, que elevan al ser humano por encima de su condición inicial.
Digo todo esto –y no sin grandísimo dolor e indignación– no ya contra los príncipes, sino contra los filósofos de nuestro tiempo, quienes creen y predican que no se debe filosofar porque no se han establecido premios y recompensas para los filósofos; ¡como si con este aserto no mostraran no ser filósofos! Toda su vida, en efecto, estando puesta al servicio del lucro y de la ambición, no abrazan el conocimiento de la verdad por sí misma.
..me he impuesto el principio de no jurar por la palabra de nadie, de frecuentar a todos los maestros de filosofía, de examinar todas las posiciones, de conocer todas las escuelas. Por ello, encontrándome en la necesidad de hablar de todos los filósofos, para no parecer sostenedor de una sola tesis específica, como si estuviera ligado a ella y descuidase las otras, las cuestiones por mí propuestas no podían sino ser muchas en conjunto, aunque pocas en lo atingente a cada uno.
Giovanni Pico della Mirandola, Discurso sobre la dignidad del hombre, 1486
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