El monje benedictino Jean-Charles Nault aborda, en este texto, la realidad espiritual de la acedia, que es una forma de desgana, apatía o tristeza profunda que afecta al alma. Lejos de ser pereza o depresión, la acedia es descrita como una crisis interior que paraliza el deseo de buscar a Dios y vivir con sentido.
Se puede definir como "una falta de cuidado de la vida espiritual", una "tristeza por el bien" que se manifiesta en una inestabilidad interior, un cansancio y una decepción general tan grande que uno no es consciente de haber caído en esta tentación.
Nault retoma la sabiduría de los Padres del Desierto, especialmente de Evagrio Póntico y San Juan Casiano, quienes identificaron esta tentación como uno de los mayores peligros para la vida espiritual, como se puede comprobar en el Salmo 90:6.
La acedia aparece en las horas del mediodía, cuando el sol está en lo alto y el alma se siente vacía. Es una enfermedad del alma que afecta tanto a creyentes como no creyentes, a religiosos y a casados, y que se camufla detrás de la monotonía de la rutina.
Como respuesta, Nault propone un camino de renovación interior basado en la fidelidad, la humildad y la apertura a la gracia de Dios. Nault invita al lector a redescubrir la alegría, el sentido del deber y el amor como antídotos para una cultura cada vez más atrapada en la indiferencia espiritual.
La acedia es una especie de tristeza ante el bien espiritual, que al hombre le parece un mal.
Se podría decir que es un verdadero antídoto contra la acedia, ya que pide que redescubramos el gusto por la Palabra de Dios y nos regocijemos en la presencia del Espíritu Santo.
La acedia es un pecado contra la caridad en nuestra dimensión espiritual de unión con Dios, de comunión interpersonal con el Señor; pero también es un pecado contra la caridad en el mismo corazón de nuestra actividad, al impedir que nuestra actividad alcance su fin último.
Jean‑Charles Nault, El demonop del mediodía, 2015
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