Durante una crisis de escasez de trigo en Roma, el general Pompeyo fue encargado de asegurar el suministro desde regiones lejanas. Al enfrentar una gran tormenta, sus marineros se negaban a zarpar por temor a morir en el mar. Fue entonces cuando Pompeyo pronunció esta frase legendaria, subrayando que el deber —en este caso, abastecer a Roma— era más importante que la vida misma: “Navegar es necesario; vivir no es necesario”. Esto lo recoge Plutarco en su Vida de Pompeyo.
Navegantes antiguos tenían una frase gloriosa:
“Navegar es preciso; vivir no es preciso.”
Quiero para mí el espíritu de esta frase, transformada
la forma para casarla con lo que yo soy:
vivir no es necesario; lo necesario es crear.
No espero disfrutar mi vida; ni en gozarla pienso.
Sólo quiero tornarla grande, pese a que para eso
tenga que ser mi cuerpo y mi alma la leña de ese fuego.
Sólo quiero tornarla de toda la humanidad; pese a que para eso
tenga que perderla como mía.
Fernando Pessoa, Navegar é preciso, s. XX
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