Poet's Abbey (Blog de lecturas)


Tess, la de los d’Urbervilles

 


Tess Durbeyfield es una joven y bella campesina que descubre que su familia desciende de una antigua pero venida a menos estirpe noble, los d’Urberville. Por esta razón, sus padres la envían a pedir ayuda a unos parientes ricos.

Allí conoce a Alec d’Urberville, un joven libertino, arrogante y manipulador que la viola en el bosque. Tess queda marcada por este trágico suceso y regresa a su hogar avergonzada, para dar a luz a un hijo ilegítimo que pronto muere. 

Más tarde, Tess intenta rehacer su vida y entra a trabajar en una granja, donde conoce a Angel Clare, un joven idealista. Ambos se enamoran y se casan, pero cuando Tess le confiesa su pasado, todo cambia.

Tess no encuentra redención en la sociedad ni en la religión, sino en el amor sincero y en la aceptación de su destino. Su acto final puede verse como una búsqueda desesperada de justicia y liberación.

El amor en la novela es profundo pero imperfecto, marcado por la tensión entre idealismo y realidad. Tess y Angel representan un amor espiritual, sincero y puro, pero condenado por las normas sociales y los prejuicios morales. Angel ama una imagen idealizada de Tess, no a la mujer real. Alec y Tess, en cambio, encarnan el amor degradado: deseo, dominación y abuso de poder. Sin embargo, incluso en esa relación perversa, Hardy muestra la complejidad humana: Alec llega a sentir remordimiento, y Tess experimenta una mezcla de repulsión y resignación.

Tess carga con la vergüenza de un pecado que no cometió. La sociedad victoriana la condena como “impura”, mientras que el verdadero culpable, Alec, queda impune. Angel Clare también se vuelve instrumento de esa culpa. Ambos hombres son despreciables.

Thomas Hardy muestra cómo la culpa femenina es impuesta por estructuras patriarcales, no por la verdadera moralidad. Tess es moralmente más pura que quienes la juzgan. El autor construye una crítica a la hipocresía moral victoriana y al fatalismo social que destruye la vida de una mujer inocente. El amor verdadero requiere comprensión y perdón, y la verdadera culpa radica en una sociedad incapaz de ejercerlos.


A strong woman who recklessly throws away her strength, she is worse than a weak woman who has never had any strength to throw away.

(Una mujer fuerte que desperdicia su fuerza imprudentemente, es peor que una mujer débil que nunca ha tenido fuerza para desperdiciar.)


Thomas Hardy, Tess of the d’Urbervilles, 1891


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