Poet's Abbey (Blog de lecturas)


La muerte de Iván Ilich

Tolstoi narra la historia de un hombre justo que está agonizando y que descubre, en el lecho de muerte, que ha llevado una vida gris, mediocre. Ha cumplido el deber en una sociedad hipócrita y moralista: hace las cosas porque tocan, por el qué dirán. Pero ahora se está muriendo y se pregunta: salvo la infancia, ¿ha sido todo un desperdicio? 

Al enfrentar su propia mortalidad, el protagonista analiza su vida y descubre que ha vivido una vida mediocre, no ha sido auténtico ni fiel a sí mismo.

Entonces, al final de su vida, el protagonista se rebela contra la estupidez humana que nos obliga a llevar vidas cuadriculadas y cadenciosas, pues nos olvidamos de la verdad: que a todos nos espera la guadaña de la muerte. 

El agonizante, arrepentido por haber llevado una vida sin gracia, en el lecho de la muerte, desprecia a su esposa, pues no la ama. Y siente asco de la sociedad moralista y falsa. Sólo su criado, Guerásim, le trata con verdadera compasión.

A la hora de la muerte, cuando uno se presenta desnudo ante Dios, quizá podamos entender que nuestra única misión en el mundo es vivir plenamente, o hacer de esta vida una obra de arte. Esta novela lo es, como el cuadro Las edades y la muerte del renacentista Hans Baldung, o la película Vivir del director de cine japonés Akira Kurosawa, que, por cierto, se inspiró en Tolstoi.


Su dolor moral consistía en que aquella noche, al contemplar el semblante soñoliento, bondadoso y de pómulos salientes de Guerásim, de improviso le vino a la cabeza: "¿Y si fuera verdad que toda mi vida, mi vida consciente, no ha sido "lo que debía"?"

Leon Tolstoi, La muerte de Iván Ilich, 1886


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